martes, 7 de agosto de 2012


Muchas veces nos sentimos bastante bien con lo que somos,  nos persigue un molesto sentimiento de que “deberíamos” estar luchando más, persiguiendo metas profesionales más grandes, ser mejores líderes, hacer más dinero. Nos pasa con nuestros compañeros sentimentales: queremos que actúen diferente, se vea diferente, gane más dinero. Como padres, queremos que nuestros chicos sean mejores que otros niños de la clase. Todo alrededor -la gente, la publicidad, la ciudad- nos presiona a hacer todo más, mejor y más rápido.

Se dice que “el deseo es sufrimiento”. La palabra “más” nunca lleva a la felicidad. La satisfacción que sentimos cuando conseguimos o acumulamos algo se desvanece cuando la inevitable pregunta: “¿Y ahora qué sigue?”, aparece.
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Por supuesto no hay nada malo con la búsqueda de dinero y logros, el problema es que tendemos a dejar que las cosas y el status nos dominen. ¡En su lugar, debemos REFINAR nuestras relaciones con los objetos!
LA PRÁCTICA PARA ESTA SEMANA:
Pregúntate “¿por qué?” cuando percibas un deseo de tener algo o ser alguien diferente. ¿Qué piensas que pasará cuando obtengas la promoción, la relación, la casa, el dinero, el carro? ¿Qué NECESITAS realmente? (Lo cual es diferente a lo que DESEAS…). Observa qué pasa cuando te enfocas en la calidad en lugar de la cantidad.

Cuando nos liberamos del ciclo constante del “y ahora qué sigue”, los deseos del ego se suavizan y pisamos más cerca de NUESTRA VERDAD. Cuando vives tu verdad, la necesidad de validación externa se disuelve. 

¡Das y recibes con facilidad y gracia, permitiendo nuevas ideas y experiencias ir y venir!


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